lunes, 24 de mayo de 2010

¡¡¡ De graná, casi ná !!!

De Graná, casi ná.

Sí soy de Granada y aunque no soy forofo del fútbol ni local ni nacional ni de ningún tipo que finalice en "al" quiero dejar constancia de un hecho que tristemente ha tenido gran relevancia en el ámbito social local: El ascenso a segunda división del equipo local de esta ciudad.

Digo tristemente porque han tardado nada menos que 22 años en poder celebrar este logro y es una pena pensar que una ciudad con tanta historia y equipamientos deportivos no tuviese un equipo de fútbol acorde a su categoría. Recalco que no soy para nada aficionado al fútbol, pero me da "coraje" que en un país capaz de paralizarse por un Madrid-Barcelona y con un nivel medio intelectual "Belén Esteban", exista una ciudad como la mía donde no se apoye al fútbol local.

Queremos tener un equipo de primera división pero no queremos hacernos socios. Señores, menos hipocresía y si de verdad queremos eso (que tampoco digo que sea necesario y creo que hay numerosísimas prioridades que precisan ser resueltas en los tiempos que vivimos), hay que apechugar y poner la cartera, que no todo es Fiesta en la fuente de las Batallas un día que toque celebrar, sino que ahora más que nunca abonarse o al menos  llenar el estadio cada partido y que el club disponga de mayor oportunidad de fichar jugadores de categoría, al menos, de "segunda A", porque sería un visto y no visto y luego a quejarnos de los presidentes o de váya usted a saber qué gestiones...

Espero que a algún futbolero granaíno le llegue esta bofetá y actúe en consecuencia. Yo, personalmente no descarto asistir a algún partido (por colaborar), ya que repito, a mí el fútbol "me la repanfinfla", pero tampoco he salido a la calle como un energúmeno a celebrar nada y sé que muchos de los que bailaban anoche, mañana estarán criticando sin haber arrimado el hombro.

Enhorabuena a los jugadores y aficionados que de verdad lo han hecho posible y gracias por el orgullo que sentí anoche de verles satisfechos por tanto trabajo bien hecho en las últimas temporadas, en las que han tenido mala suerte a la hora de las liguillas de ascenso.



Os dejo unas líneas publicadas en un periódico local y los pensamientos que me sugieren.

(Lo escrito en cursiva es referencia al artículo publicado en Granada Hoy de 25-05-2010)

Dicen que el valor que le damos a las cosas es directamente proporcional al esfuerzo que nos exige su consecución. Si le hacemos caso a esta máxima, el ascenso obtenido ayer por el Granada CF no tiene precio. Ni los cálculos de los beneficios económicos que repercutirán en la ciudad ni las cuentas que tendrán que hacer ahora Gino Pozzo y Quique Pina para establecer el presupuesto de la próxima temporada.


Ninguna cantidad de dinero puede compensar el sufrimiento experimentado en la provincia durante las últimas veintidós temporadas. Sin embargo, las Parcas romanas, las divinidades que manejan el destino, no estaban conformes con la penuria experimentada por los rojiblancos y quisieron alargarla durante unas dos horas más, que fue el lapso de tiempo transcurrido entre el pitido inicial y el final.


El ambiente previo el encuentro correspondía al de las grandes citas. No se alcanzaron las magnitudes bíblicas del duelo ante el Caravaca -disputado en Lorca ante más de tres mil aficionados granadinos- pero reconfortaba ver la cantidad de seguidores rojiblancos que habían viajado hasta Alcorcón para poder decirles a sus nietos dentro de unos lustros que ellos vivieron en primera persona el ascenso a Segunda del Granada. Como no podía ser menos, los 'marines' rojiblancos no faltaron a la cita y uno de ellos reconocía haber llorado de emoción al ver la respuesta de la afición. Fue sólo el preludio de lo que vendría después.

Sólo espero, por el bien del Granada CF, que esos "nietos" miren al abuelo como diciendo ¿es que ha estado alguna vez en segunda y no en primera?

La cantidad de trasiego de personas y vehículos en las horas previas dificultó el acceso al recinto deportivo a los que tenían una de las deseadas entradas para el partido. Durante la semana, el club alfarero se llenó la boca de decir que ya no había papel para vender, ni siquiera para los propios aficionados alcorconeros.

Sin embargo, en los prolegómenos se demostró esa falacia al poder adquirirse 'tickets' sin ningún problema en las taquillas del estadio. Fue el primer jarro de agua fría que tuvieron que soportar algunos aficionados rojiblancos, sobre todo aquellos que pagaron en la reventa más de los veinte euros que costaba originalmente o los que no pudieron viajar con más amigos o familiares por la perspectiva de que ya no quedaban entradas.

La hinchada rojiblanca tenía que encontrar alguna forma de matar el tiempo hasta que se abrieran las puertas de acceso al campo. Unos se dedicaron a tomar un café tranquilamente, otros comenzaron a desgastar sus cuerdas vocales e incluso se vio actos de confraternización entre ambas aficiones a la vera de una botella de alcohol. Aun así, parece casi inevitable que en el fútbol se produzcan altercados, como terminó ocurriendo tristemente.

Al tradicional intercambio de insultos entre algunos representantes -una minoría- de las dos aficiones, le siguieron una serie de detonaciones de petardos y el lanzamiento continuado de una bengala de una zona a otra. Eso provocó la rápida movilización de los agentes de la Policía Nacional, lo que desembocó a su vez en una estampida que no terminó en detenciones pero sí en un ataque de ansiedad de una granadinista que tuvo que ser atendida en la misma acera.

Los seguidores rojiblancos se iban acumulando en la zona visitante de las gradas con relativo orden, pero la demanda fue mayor que la oferta y muchos tuvieron que sentarse en las escaleras para no quedar desperdigados con respecto al resto. Además del padecimiento, el otro ingrediente que marcó la tarde fue el sofocante calor. Los más previsores iban ataviados con gorros y paraguas, pero la mayoría tuvo que improvisar y colocarse la bufanda o cualquier otra prenda para protegerse la cabeza.

 
Lo que ocurrió entre el comienzo y el final del partido se puede resumir en sufrimiento, resoplidos de alivio y más sufrimiento. No hubo más componentes durante esas casi de dos horas ya que el tiro al palo de Ernesto nada más empezar el choque ya dejó entrever que se iba a penar como nunca. Sólo al final apareció un último ingrediente: la felicidad. El pitido final sonó como la mejor música celestial jamás interpretada y desató la euforia. Muchos no se lo terminaban de creer, otros rompían a llorar y la mayoría se abrazaba con el que estuviera sentado a su lado, fuese conocido o no. Ese momento de unión en torno a unos colores que otorga el fútbol sólo se ve de vez en cuando y merece la pena asistir a este tipo de partidos sólo para tener la oportunidad de compartirlo.

Después vino la invasión de campo, por mucho que la megafonía rogara que no lo hicieran al estar el Alcorcón apercibido de sanción. Sin embargo, resulta un poco iluso mandar ese tipo de mensajes a una afición hambrienta durante veintidós temporadas de Segunda División y a la que sólo una simple valla de medio metro les separaba de sus héroes, los que visten de corto y quienes habían devuelto al equipo a la categoría de plata.

Anquela, técnico del Alcorcón, se sentó completamente destrozado mientras recibía el ánimo de los rojiblancos más deportivos. La decepción se podía leer sin problemas en su rostro, al igual que en el de Fabri había tantas emociones que el gallego no era capaz de expresarlas. Tras la breve ducha en el vestuario, los jugadores regresaron al césped y el técnico granadinista no podía ni hablar. Recibía las felicitaciones y agradecía los gestos con los ojos, ya que no le salían las palabras de su menudo cuerpo.

Fabri se dejó poner una chistera que posteriormente pasaría a la cabeza de Pina, que terminó la celebración con el mismo aspecto que se tiene tras una despedida de soltero que se termina desmadrando más. Sin embargo ya nada importaba, ni siquiera que Ighalo fuese literalmente desnudado por los aficionados. Tras mantear al ídolo nigeriano, todos los seguidores querían una prenda suya y lo único que le respetaron fueron los calzoncillos.

Igual hicieron a Jesucristo (salvo por lo de los calzoncillos) cuando entró en Jerusalém y luego lo crucificaron. Me temo que el aficionado español, salvo los del Atlético de Madrid, parece ser, se comportaría igual si cambian las tornas.



El sol se puso en el estadio Santo Domingo -al que los granadinos deberían rebautizar como 'Bendito' por la gesta que ha albergado- mientras la gente continuaba abrazándose y llorando por la alegría de abandonar las catacumbas del fútbol nacional. Granada ya es de Segunda y ahora toca celebrarlo, como le dijo Pozzo a Pina tras el encuentro. Veintidós años de espera son demasiados como para no saborearlos con la alegría y el deleite que se merece.



Y claro, cómo no, yo con el futbol de Granada...

no voy a comisión, lo juro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario